De forma paralela al crecimiento del movimiento 15-M, una respuesta agresiva de animadversión se ha ido fraguando desde algunos sectores y sus medios afines, generado un mensaje doctrinario con su propio vocabulario que ha calado en la sociedad, independientemente de que sea compartido.
Este catalogo de intentos de descalificaciones e insultos se instalan en el ideario popular inicialmente como primera fase del proyecto de descrédito, intentar ridiculizarlo. La frustración en la no consecución de su objetivo les lleva a entregarse a la habitual ira “dialéctica” que incendia los ánimos de quienes se sienten ofendidos por la forma y fondo de reivindicaciones, en este momento se generalizan las actitudes e ideologías de este heterogéneo grupo de personas que "forman" el 15-M con diferentes apelativos, relacionandolo con grupos terroristas y asignándole una actitud violenta y antidemocrática como insignia. La exigencia de acciones represivas contundentes para erradicar cualquier movilización, siempre considerada “ilegal” por los que se erigen jueces desde sus atriles, púlpitos y micrófonos, ha sido la estrategia en la finalmente se ha instaurado este sector una vez hecho el trabajo inicial de polarización, y se ejerce una presión política contra el gobierno, sea cual sea la reacción de éste, será siempre criticada y se utilizada para intereses electoralistas.
La lamentable gestión del gobierno central solo ha servido para acrecentar la brecha entre los defensores y detractores del movimiento, y sus intereses particulares son puestos de manifiesto en el uso de la fuerza contra manifestantes en momentos en que se ven “amenazados” aspectos de su política como la supuesta defensa del ministerio del interior o campaña de imagen que suponía la visita del papa: sobreprotección del despliegue católico, bloqueo de la puerta del sol (con el crecimiento de una tensión entre policía y manifestantes) y la demostración de incompetencia en la manifestación laica y los días posteriores donde se dio vía libre a la impunidad policial con resultados difundidos incluso por la prensa convencional.
Las agresiones a periodistas de medios minoritarios mientras sus compañeros de las grandes de la información miran para otro lado están siendo comunes también, intentar documentar la brutalidad tiene sus consecuencias, solo se han hecho eco las grandes cadenas de los abusos de autoridad en busca de audiencia, involucrando a la opinión pública siempre desde un punto de vista sesgado y manipulado por los ingenieros del amarillismo. Para estos medios se trata de actos aislados y condenan el abuso, que no debe manchar el buen nombre de los cuerpos de seguridad, mientras se considera a los manifestantes como un grupo de violentos y “antisistemas” vinculados a la extrema izquierda.
Lo verdaderamente preocupante es esa reacción violenta también en sectores que no deberían estar politizados, y que pudieran pasar por encima de la neutralidad a la que están obligados, manteniendo ese lenguaje y prejuicios en el desempeño de sus funciones, con resultados visibles gracias a la inmediatez de los medios de comunicación alternativos a los mass media y testimonios de detenidos que han sido insultados en los mismos términos que hemos oído repetidas veces por los ya citados sectores políticos.
Es difícil que se pueda dar validez a comunicados de la policía exigiendo respeto por sus acciones mientras la aparición pública de miembros del sindicato policial en medios afines a la ultra derecha sea frecuente, hemos visto en vídeo como pegaban a una chica por la calle, las cargas injustificadas, y los testimonios de quienes han pasado por comisaría o los furgones, insultos, abusos de autoridad, detenciones ilegales, agresiones y amenazas mientras son denunciados por los delitos de “desórdenes públicos”, penados entre 6 meses y 3 años de prisión; “atentado contra la autoridad”, con una pena de 1 a 3 años de prisión, y “resistencia” de 15 días a 1 año, una desproporción que busca sacar de la calle al mayor numero de simpatizantes posible por miedo a las consecuencias de una actuación policial que puede darse sin haber cometido un delito.
Visto el panorama, nos encontramos con una situación muy desfavorable, donde la política y medios convencionales de comunicación trabajan por infundir un mensaje que la ciudadanía acata, y con él se justifica cualquier acción policial por desproporcionada que esta sea. Ahora está en nuestra mano mostrar la realidad sobre el movimiento y el abuso y violencia con la que está siendo tratado.
Que salgamos a la calle a protestar contra la injusticia es algo muy incomodo para los que viven de ella, y van a intentar por todos los medios que no ocurra. Para ellos esto no es un juego porque son ellos quienes tienen que perder, todo su poder, el que van a utilizar para arrancar de la sociedad a quienes no claudican ante su infamia.
Van en serio, ten cuidado, sé inteligente, somos muy necesarios para que nos quiten de la calle por nuestros propios errores, conoce tus derechos y lo que te juegas.
Que salgamos a la calle a protestar contra la injusticia es algo muy incomodo para los que viven de ella, y van a intentar por todos los medios que no ocurra. Para ellos esto no es un juego porque son ellos quienes tienen que perder, todo su poder, el que van a utilizar para arrancar de la sociedad a quienes no claudican ante su infamia.
Van en serio, ten cuidado, sé inteligente, somos muy necesarios para que nos quiten de la calle por nuestros propios errores, conoce tus derechos y lo que te juegas.